
La demarcación de las vías se compone de señales verticales y horizontales.
Una vía pavimentada sin demarcación se ve gigante y desnuda. No indica nada más que el espacio para los vehículos limitado por el andén, la acera, la vereda o la berma si se trata de una carretera.
La demarcación horizontal viste la vía de vida. La engalana con sus colores blancos y amarillos, con sus líneas y entramados.
La demarcación horizontal muestra límites, flujos, caminos, senderos. Establece los espacios compartidos y segregados. Muestra cómo hacer un tránsito más seguro. Es guía.
Las ciudades y países invierten miles de millones de dólares cada año en demarcación horizontal y esta se rige por manuales nacionales que estandarizan la señalización atendiendo también a notaciones o codificaciones universales.
Hay conductores, sin embargo, que tienen ‘ceguera horizontal’. Es decir, no ven, no perciben o pasan por alto la demarcación horizontal.
Una de las señales que más producen este tipo de fenómenos es la línea de PARE. Pocos se detienen totalmente ante ella. Usarla previene colisiones con otros vehículos y atropellos a peatones.
Hacer uso permanente de la línea de PARE y en general la demarcación vial horizontal y vertical es contribuir con la prevención de siniestros viales, aprovechar totalmente los recursos invertidos en su implementación y manutención y, sobre todo, construir cultura vial para la vida.