
«La de hoy es una sociedad veloz. El culto a la velocidad en la gran mayoría de aspectos de la vida se traslada también a las vías y se materializa en una conducción riesgosa para la vida y la salud de quienes conducen y sus potenciales víctimas. Antes que viajar a velocidades irracionales, está la necesidad de proteger la vida y, sobre todo, de asegurar que se continuará conduciendo, pues un siniestro puede acabar con todo en segundos». (Publicado en Revista Enfoque).