Por: Byron O. Naranjo Gamboa 5/10/2022 Desde Ambato – Ecuador
La educación tiene como propósito ineludible revelar lo mejor de cada quien y ponerlo al servicio de sí mismo y de su entorno. Para ello procura orientar y conducir a las personas mediante un ejercicio de interacción que está emparentado con la mayéutica socrática y que posibilita el descubrimiento de las cosas a través del diálogo.
Como proceso de mejoramiento de los seres humanos, la educación no podía sostenerse sola y se la institucionaliza en la escuela, que desde la visión de los griegos habría estado relacionada con la idea de entretenimiento e interés individual, alejada de obligaciones laborales.
Por: Byron O. Naranjo Gamboa 28/07/2022 Desde Ambato – Ecuador
Las calles, a más de permitir el desplazamiento de personas y vehículos de un lugar a otro, son escenarios permanentes para que la gente exteriorice sus pensamientos, sentimientos y emociones en diferentes lenguajes.
Aunque la mayor parte de las actividades que se exponen en las calles denotan el interés por una utilidad económica, se pueden tamizar esas manifestaciones y rescatar aquellas que inciden de manera directa en la gestación de lacultura vial. De entre lo recuperable de ese gran escenario tenemos las expresiones artísticas que cada vez se incrementan, pero con una orientación fugaz hacia lo hilarante, en espera de la dádiva de uno que otro conmovido ciudadano.
Por: Byron O. Naranjo Gamboa 3/07/2022 Desde Ambato – Ecuador
En medio del tumulto que tapiza las vías, es posible encontrar acciones que sostienen la esperanza de un cambio de actitud en favor de la convivencia social.
Es que no todas las personas se alinean con el desorden e irrespeto, hay casos que realmente contagian con su proceder y crean momentos agradables para la vida.
Si quitamos el pie del acelerador de nuestras agitadas vidas, identificaremos variadas formas de interacción que rompen el estereotipo nefasto que se tiene de las calles y encontraremos motivos para creer que sí es posible hacer de las vías un lugar acogedor para todos.
Mientras esperaba la llegada de un taxi, que me acerque a mi lugar de residencia, divisaba una masa de vehículos hacinados en una avenida, y en los espacios contiguos a la calzada un enjambre de personas que querían cruzar la calle.
El podio. (Concepto y collage: Byron Naranjo, con imágenes de la web)
Por: Byron O. Naranjo Gamboa 14/05/2022 Desde Ambato – Ecuador
Los percances que ocurren en las vías, usualmente son endosados a la actitud imprudente de los actores viales, sean estos peatones, automovilistas, ciclistas, agentes de control, comerciantes informales u otros. Aunque son varias las circunstancias que provocan los siniestros viales, como las fallas mecánicas por ejemplo, esta vez nos enfocaremos en la imprudencia como agente nocivo de la cultura vial.
La imprudencia no solo es una actitud displicente ante los acuerdos sociales y las normativas que rigen el convivir de las personas, es el deterioro de la sensatez y el buen juicio que deberían prevalecer en los seres humanos como manifestación de respeto a las libertades de los demás; sin embargo, en las calles hay cada vez menos espacio (si es que lo hay) para un proceder recatado, porque impera la ley del que más grita, del que más chilla o del que más pita.
Ubiquémonos en una avenida concurrida de alguna ciudad, en la denominada hora pico u hora punta como también se conoce al momento de mayor congestión vehicular, y observemos el proceder de las personas en esos espacios y en esos periodos, sobre todo de los conductores de vehículos; se asemeja a una versión deteriorada de la teoría de Darwin, porque ahí no se percibe que los mejor adaptados desplazan a los menos adaptados, sino que son los más desadaptados los que quieren todo el espacio para ellos solos.