Siéntese con nosotros en ‘La Banca del Parque’, donde todos cabemos, y hablemos de la capacidad para cambiar nuestros hábitos de transporte y de viaje debido la pandemia. ¿Cambiaremos?
Qué circunstancia más interesante y sugerente: Escribir sobre “repensar la calle” en época de confinamiento, sin poder salir a pasear por ella.
Reflexionar sobre usos y actividades en el espacio público y hacia donde nos conducen las nuevas formas de relación social o económica, cuando casi “toda la Sociedad se queda en casa” y cambia radicalmente sus hábitos de vida, para simplemente “sobrevivir”.
(La peste bubónica. El Triunfo de la Muerte (1562), óleo sobre tabla de Pieter Brueghel el Viejo (1525-1569), detalle, Museo del Prado, Madrid)
La Movilidad está cambiando a la misma velocidad que evolucionamos para mantener la “civilidad” en nuestras ciudades.
Una palabra resuena estos días insistentemente en mi cerebro: “No-Movilidad”. Empieza a hablarse del “derecho individual y colectivo a la “No-Movilidad”, contraposición al derecho a la Movilidad, a disponer de condiciones para desarrollar proyectos vitales, personales y comunitarios, gracias a la capacidad de organizar y efectuar desplazamientos, en condiciones de seguridad, a costes razonables de tiempo, energía y dinero.