
Fotografía: Guillermo Camacho Cabrera
Sí. Los martes son para amarte, mi bella Bogotá. Para disfrutar contigo tus calles y avenidas. Tus parques y senderos peatonales. Tu gente.
Se que muchos reniegan de ti, pero yo te amo. Con tus virtudes, que son muchas y con tus defectos, que no difieren de los de las grandes urbes y metrópolis, los cuales son temporales.
Amarte significa que soy solidario contigo, que apoyo cada causa que quiere mejorarte para el bienestar de todos, cada paso que damos para seguir adelante construyéndote permanentemente.
Te amo, Bogotá, con tus ya casi 500 años de vida y me regocijo imaginando tu nacimiento en otro tiempo, en medio de las selvas húmedas prehispánicas de la altiplanicie, dando a luz a Bachué y aprendiendo de Bochica.
También me alegro por el hoy, donde podemos compartir y tener la posibilidad de contribuir con que seas una ciudad mejor. Es decir, comportándonos como verdaderos ciudadanos, cuidándote, respetándote, hablando bien de ti. Considerándote. Siendo todos contigo.
Este martes de amarte me alegro de poder hablarte y expresarte mi cariño, Bogotá.
Por tus vías transito, con tus medios de transporte me muevo, con tus tiempos comulgo, con tu inmensidad vivo.
Tenemos mucho que cambiar. Para que estés mejor y no duelan las muertes en las vías causadas por el tránsito. Estas deben desaparecer. Cada muerte en el tránsito nos disminuye como especie. Si no te amara, la siniestralidad vial me sería indiferente. Pero te amo y me duelen también las muertes de mis hermanos y hermanas en tus calles. Sus heridas.
Si reniego de ti, no te construyo.
Si te amo, con mi amor te construyo como una ciudad mejor para todos. Estoy orgulloso de ti.