Una ecuación ecuánime

Ejercicio de introspección aplicable desde la cultura vial (Imagen: Byron O. Naranjo Gamboa)

Por: Byron O. Naranjo Gamboa
23/10/2021
Desde Ambato – Ecuador

No es obra del azar que las acepciones cultura vial y calidad de vida tengan las mismas letras iniciales: CV. Es una coincidencia que se la debe inclinar hacia su lado más decente para que prevalezcan el respeto y la consideración entre los usuarios de las vías; de lo contrario, esas mismas iniciales pueden llevarnos a conceptos tétricos como: calles violentas, competencia voraz, corrupción vertiginosa, carencia de valores, entre otros, que solamente contribuirían con hostilidad a los espacios donde transita la vida.

A sabiendas de que las culturas son el compendio de las prácticas sociales, proponemos un ejercicio de introspección para que cada actor vial procure un proceder equitativo entre sus aspiraciones, los intereses de los otros usuarios de las vías y los espacios públicos.

Se trata, en primera instancia, de ver a la cultura vial como la actitud válida para mejorar en lo personal y en lo colectivo, y no como una presunción de sahumar los espacios por donde circulamos a diario. Desde esta óptica se puede divisar que un proceder sensato se constituye en un aditivo que eleva el octanaje de la prudencia para un correcto desempeño individual en el convivir social, lo que determina un ineludible mejoramiento de la calidad de vida de quienes lo practican.

Los elementos estimados en este ejercicio consideran a los involucrados en el proceso, es decir todos (T). No hay persona en el mundo que quede fuera del espacio público denominado calle; aunque sea un ermitaño contumaz, requiere las vías para salir a su retiro voluntario o para acceder a los productos que necesita para desarrollar su estilo de vida. Queda evidenciado que, aunque sea de manera tangencial, todos usamos las calles, vías y avenidas en algún momento de nuestra existencia.

Explicado el elemento T, vamos por un desafío ético: limpiar la suciedad que nos acecha a cada paso. No hablamos de recoger la basura que yace en la calle, ni silenciar los ruidos que causan contaminación auditiva, o ser mediadores de los conflictos que surgen ipso facto en las vías, o cosas parecidas; anhelamos evitar ser los causantes de aquellas situaciones que se producen por una visión desenfocada de sociedad que solo piensa en el bien individual, sin importar lo que pueda generar mi actitud en los demás.

Recordemos por ejemplo que, en el tema de la basura, el problema no es la falta de basureros o la escasez de recolectores de desechos; el inconveniente se da por la generación de desperdicios debido al hábito de consumo que tenemos, o a la casi inexistente costumbre de clasificar la basura en la fuente, y más circunstancias similares. Entonces, está en nosotros superar estas desavenencias y se puede comenzar cambiando la forma de pensar que tenemos, si mejoramos la calidad de nuestros pensamientos estaremos a punto de disfrutar de un mundo menos inmundo (m – i).

Para completar el reto nos apoyamos en una operación que, para quienes nos interesa mejorar la calidad de vida desde la actitud en las calles, se convierte casi en una verdad de Perogrullo; nada más elemental que desarrollar la sensibilidad y el respeto hacia los demás: s + r.

Así logramos descifrar una ecuación que, lejos de pretender asemejarse a la señal de la cruz para los creyentes, esperamos sea una motivación para encontrar lo mejor de cada quien y ponerlo al servicio de sí mismo y la sociedad, recordando que cultura vial equivale a calidad de vida (CV) y esto es igual a: sensibilidad más respeto, por un mundo menos inmundo para Todos.

cologuille

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