
Caminar (Foto: Guillermo Camacho Cabrera)
William Hazlitt (1778-1830) – Fragmento
Dar un paseo
Una de las cosas más placenteras del mundo es irse de paseo, pero a mí me gusta ir solo. Sé disfrutar de la compañía en una habitación, pero al aire libre me basta la naturaleza. Nunca estoy menos solo que cuando estoy a solas.
Al estudiar los campos, la naturaleza era su libro
No le veo la gracia a caminar y charlar al mismo tiempo. Cuando estoy en el campo, deseo vegetar como el campo; no voy a criticar los setos ni el ganado negro; salgo de la ciudad para olvidarme de la ciudad y de todo lo que contiene. Hay quienes con este propósito, van a estaciones balnearias y llevan consigo la metrópolis. Yo prefiero más libertad de acción y menos estorbos, me gusta la soledad, cuando me entrego a ella por sí misma tampoco pido
un amigo en mi retiro
a quien pueda susurrar; la soledad es dulce.
El alma de una caminata es la libertad perfecta de pensar, sentir y hacer exactamente lo que uno quiera. Caminamos principalmente para sentirnos libres de todos los impedimentos y de todos los inconvenientes; para dejarnos atrás a nosotros mismos, mucho más que para librarnos de otros. Salgo de paseo porque anhelo un poco de espacio para respirar y para meditar sobre cosas indiferentes, donde la contemplación:
pueda arreglarse las plumas y dejarse crecer
las alas,
que en el ajetreo del balneario
estaban unas veces desplumadas, otras rotas.
y por eso me ausento por un tiempo de la ciudad, sin sentirme extraviado en el momento mismo en que me quedo solo (…)