Cultura vial y coronavirus COVID-19

Transporte y coronavirus. Ciclistas
Imagen de Mabel Amber en Pixabay

Cuesta trabajo y tiempo ir asimilando los cambios que produce la pandemia del coronavirus COVID-19 en el mundo y en la vida de las personas.

Logró apagar los motores de los carros particulares en los países, confinar a la gente en sus casas y hacer que la congestión de las ciudades desapareciera.

Las cifras de fallecidos en siniestros viales presenta un quiebre importante en la mayoría de sitios, con la reducción de la exposición a la interacción entre personas en diferentes medios de transporte.

La calidad del aire mejoró ostensiblemente en las grandes ciudades al tiempo que los animales retornan a lugares insospechados. A aquellos que seguramente ocupaban antes de la llegada de colonos, viajeros y turistas.

Noticias TVN de Panamá da cuenta de cómo los animales regresan a unos hábitat no imaginados a causa de la soledad de playas y ciudades. La noticia, publicada el 20 de marzo de 2020 muestra cómo también mejora la calidad del aire en el planeta, así sea momentáneamente, a causa del coronavirus COVID-19. Lo que sucede es extraordinario, aunque el virus mata a la gente y aún no hay vacuna.

La bicicleta comienza, tímidamente, a recuperar su lugar en la movilidad de las ciudades como un medio para que el ciclista evite posibles aglomeraciones en el transporte público y prevenga la propagación veloz del virus.

Los viajes a pie son constantes, especialmente los cortos, en el mismo barrio de habitación, para comprar víveres y abastecerse debiendo salir únicamente una persona por familia, o para pasear por unos minutos a los animales de compañía.

En algunas ciudades, sin embargo, se incrementan los siniestros viales que tienen como causa principal el exceso de velocidad. Con vías más libres y menos congestionadas, los pocos conductores que cumplen actividades con excepciones al confinamiento, o que lo violan, aprietan el acelerador en lugar de apretar la vida. En vez de retenerla.

Los viajes para ir a estudiar se acabaron. Con el confinamiento de los estudiantes para protegerlos a ellos y a las generaciones más viejas, los colegios y las universidades cerraron sus puertas. Hoy buscan afinar las herramientas y capacidades de profesores y estudiantes para la educación por medios virtuales, a distancia o teleducación.

El ejercicio físico en la calle o en los parques también está confinado. Los más juiciosos han hallado formas de ejercitarse en casa para mantener la forma. El sedentarismo y el trabajo virtual desde la casa podrían disparar los índices de sobrepeso al final de la pandemia.

Las avenidas de las ciudades aparecen vacías la mayor parte del tiempo debido al confinamiento (Imagen de Photocurry en Pixabay)

La disminución de viajes para ir a trabajar, pues únicamente pueden hacerlos quienes realizan actividades exceptuadas, ha hecho que muchos ciudadanos, principalmente trabajadores informales, pequeños comerciantes y prestadores independientes de servicios, tengan necesidades que antes se satisfacían por el pago de ss labores. Lograr su sostenimiento en condiciones dignas es imperativo para las ciudades y los países.

Las medidas que toman los gobiernos para el uso del transporte público son relevantes porque buscan proteger la salud de los ciudadanos y disminuir la velocidad de la propagación del virus.

La desinfección de vehículos y estaciones, el uso obligatorio de tapabocas, la instalación de lavamanos de fácil acceso para los pasajeros y la adecuación de las rutas y frecuencias a las nuevas demandas y cargas de usuarios son algunas de ellas. Los protocolos cambian, adaptándose a las nuevas realidades.

El abastecimiento de frutos y alimentos desde el campo hasta las urbes se ha garantizado, siendo el transporte de carga y sus conductores los protagonistas. Ellos facilitan que el alimento llegue a los lugares de abastecimiento.

Las condiciones del personal de salud en la movilidad y el transporte no han sido las mejores para algunos de ellos. Han sido discriminados por su condición de operadores de salud y su probable cercanía con pacientes contagiados.

La mayor sensación que predomina por el momento es de incertidumbre frente a qué hacer y qué seguirá después.

Las culturas viales se irán adaptando a estos cambios en el planeta.

Y comenzarán a decidir ellas mismas si son sostenibles, si promueven la vida, o si por el contrario están condenadas, al igual que nuestras civilizaciones modernas, a desaparecer, así sea por unos instantes, como las conocíamos antes del confinamiento.

cologuille

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