
Por: Byron O. Naranjo Gamboa
04/07/2023
Desde Ambato – Ecuador
La trascendencia de la universidad en la vida de los pueblos no está dada por la cantidad de títulos académicos que entrega cada cierto tiempo a determinado grupo de personas, de hecho, uno de sus desafíos más determinantes radica en las respuestas prácticas y sostenibles que pueda brindar a las inquietudes que surgen de la cotidianidad, y que delimitan la diferencia entre el malestar y el bienestar social.
En estas circunstancias hemos sido reiterativos al decir que se debe conectar con el pueblo que es en donde está la base de todos los procesos sociales y los saberes auténticos.
Daniel Prieto Castillo (1983) ha sido muy claro al señalar que: “la teoría de la comunicación no ha alimentado de manera suficiente la práctica y mucho menos cuando se trata de práctica con sectores populares. Sin embargo, existe una sostenida retórica en las universidades sobre el trabajo con tales sectores […] Si el redencionismo y los gestos grandilocuentes no aterrizan en los finos detalles del trabajo cotidiano, constituyen en definitiva una suerte de caricatura verbal, de la cual los posibles destinatarios ni siquiera se enteren.”
Lo popular merece una mayor atención y debemos desentrañar sus valores sin temores ni complejos, porque como decía el ex presidente del Ecuador, José María Velasco Ibarra: pueblo no es un simple conglomerado de individuos, sino una gravedad valorizante, que sabe desear la libertad y destruir el despotismo.
El ambiente académico -dice Ernst Gombrich, en la breve historia de la cultura- “se va quedando cada vez más rezagado en lo que se refiere a la cuestión de aportar una respuesta satisfactoria a los temas que día a día son más acuciantes. Las disciplinas […] tal y como se vienen enseñando en nuestras universidades, se mueven dentro de un carácter acusadamente político, tal vez también económico.”
Acotaciones que las citamos no para alimentar el catálogo de las dolencias universitarias, sino como la necesaria actitud de combinar la teoría con la práctica, de pasar de la preocupación a la ocupación, de la reflexión a la acción; lo que Indira Gandhi lo plasmó en su contundente aforismo: “El mundo exige resultados, no le cuentes a otros tus dolores de parto, muéstrales al niño”.
Ventajosamente encontramos escenarios en los que la esperanza derrota al escepticismo, en donde las universidades se juegan abiertamente contra el prejuicio cultural de que únicamente los claustros académicos incuban las respuestas que demanda la vida, y provocan un sano encuentro entre los actores sociales para identificar problemas, para conversar, para escucharse respetuosamente, para compartir ideas, para buscar soluciones y comprometerse (desde lo individual e institucional) en el mejoramiento de tales circunstancias, sin ningún afán protagónico.
Una muestra de lo mencionado en el párrafo anterior es lo que va generando el proyecto “Actores viales y convivencia social en la provincia de Tungurahua” (Ecuador), que lo lleva adelante la Universidad Técnica de Ambato (UTA), proyecto que comenzó con la participación de la Unión de Sindicatos de Choferes Profesionales del Ecuador y que hasta el momento va sumando la voluntad política y la decisión responsable de instituciones como la Agencia Nacional de Tránsito (ANT), la Dirección Nacional de Control de Tránsito y Seguridad Vial de la Policía Nacional, y cuenta con la acogida de la Fundación TANDEM.
En la imagen que se presenta al inicio de este texto se recrea la jornada en la que se firmó el memorando de entendimiento entre la Dirección Nacional de Control de Tránsito y Seguridad Vial de la Policía Nacional del Ecuador y la Universidad Técnica de Ambato, para la posterior ejecución del convenio marco que permitirá realizar actividades de cooperación interinstitucional enmarcadas en el ámbito de la cultura vial.
Constan en la fotografía representantes de la UTA, de la Policía Nacional, de la Agencia Nacional de Tránsito, de la Unión de Sindicatos de Choferes Profesionales del Ecuador, y estudiantes de la carrera de Comunicación de la UTA que son los artífices de una nueva dimensión en el quehacer de la vida universitaria, y que en el proyecto en curso han realizado el diagnóstico situacional de la cultura vial en Tungurahua, que está adherido a la identificación de los actores viales.
Seguidamente intervendrán en la elaboración de productos comunicacionales para el posicionamiento de la cultura vial en el imaginario de la comunidad, que es uno de los propósitos que se persigue con todas estas actividades.