Un like genuino

Imagen de Rommel Diaz en Pixabay

Por: Byron O. Naranjo Gamboa
3/07/2022
Desde Ambato – Ecuador

En medio del tumulto que tapiza las vías, es posible encontrar acciones que sostienen la esperanza de un cambio de actitud en favor de la convivencia social.

Es que no todas las personas se alinean con el desorden e irrespeto, hay casos que realmente contagian con su proceder y crean momentos agradables para la vida.

Si quitamos el pie del acelerador de nuestras agitadas vidas, identificaremos variadas formas de interacción que rompen el estereotipo nefasto que se tiene de las calles y encontraremos motivos para creer que sí es posible hacer de las vías un lugar acogedor para todos.

Mientras esperaba la llegada de un taxi, que me acerque a mi lugar de residencia, divisaba una masa de vehículos hacinados en una avenida, y en los espacios contiguos a la calzada un enjambre de personas que querían cruzar la calle.

La competencia se había desatado: conductores que maniobraban sus autos para colarse por cualquier recoveco y adelantar su vehículo unos cuantos puestos, y peatones zigzagueantes que ordenaban a sus cuerpos asirse por donde más puedan para cruzar al otro lado.

No faltaban las mascotas, los ancianos y personas con discapacidad física que aportaban su perplejidad para completar aquel mosaico urbano, inclusive los agentes de control, desde su particular manera de impartir justicia a través de la sanción, en lugar de la prevención, le sumaban detalles grotescos a aquel lienzo vivo y tóxicamente repetitivo.

De repente, algo no programado, como cuando un futbolista se despacha con un golazo en un encuentro de fútbol aburrido (un gol de otro partido, suelen decir los narradores deportivos a estos acontecimientos), así irrumpió un conductor en ese complicado espacio, se percató que era posible detener su automóvil para que quede libre el paso cebra, así lo hizo y completó su decisión con un gesto amable mediante el que insinuaba a los peatones que crucen la calle.

Algunos conductores que estaban en los carriles aledaños no apoyaron esa actitud, lo reclamaban con vehemencia activando el claxon de sus carros, y aplastando el acelerador huyeron de la escena y de la responsabilidad; sin embargo, de a poco se sentía un efecto multiplicador de aquella actitud inusual en la vía, uno a uno los vehículos que llegaban a ese punto de la avenida detenían su marcha para que cruce la gente.

El conductor que tomó la iniciativa mantenía su rostro apacible, procuraba establecer contacto visual con las personas que caminaban y con los choferes que lo habían apoyado en su idea; pocos eran los peatones que lo ignoraban, al contrario, la gran mayoría giraba levemente hacia él y con un gesto de gratitud levantaba el pulgar de su mano derecha, otorgándole un like por haberse conectado con ese momento de la vida.

Lo que aquilataba a ese like era que se lo percibía genuino, sentido y pensado, emergía del reconocimiento sincero de quien lo emitía, no como aquellos compromisos vacuos que generalmente infestan las redes sociales.

Acciones como las ocurridas en aquel lugar son las que aportan confianza para seguir creyendo en una sociedad incluyente, respetuosa de las diversidades; y son esos actores anónimos los que nos arrastran con sus ejemplos a forjar una cultura vial empática.

Lao Tse, citado por Sandra de Castro Buffington en ‘Una era para la consciencia’, nos recuerda que “Si quieres despertar a toda la humanidad, despiértate a ti mismo. Si quieres eliminar el sufrimiento del mundo, elimina todo lo que es oscuro en ti mismo. En verdad, el mayor don que tienes para ofrecer es el de tu propia transformación”. Solamente cambia quien está dispuesto a cambiar.

cologuille

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