
Por: Guillermo Camacho Cabrera. Periodista, MSc
La conciencia sobre la necesidad de cultivar una cultura vial para la vida en caminos, comunidades y ciudades es relativamente reciente en la historia de la movilidad y del transporte.
Un rastreo e Internet realizado hace un par de años me indicó que el término cultura vial comenzó a aparecer en publicaciones oficiales de Colombia apenas en el año 2008 en alguna cartilla territorial que trabajaba el tema de la seguridad vial.
No sucede así con las muertes de ciclistas en las carreteras y vías de Colombia, que son un problema de décadas, sin solución.
El recuerdo más lejano que tengo es de hace tres décadas cuando en 1992 cubría la información del departamento de Cundinamarca para los noticieros de Radio Cordillera y Radio Capital del circuito Todelar de Colombia. Recuerdo muy bien cómo eran frecuentes las muertes de ciclistas campesinos que debían transitar diariamente por la vía Bogotá-Gachancipá, atropellados por camiones, tractocamiones y buses intermunicipales, principalmente.
La muerte de cada víctima de un siniestro vial es una tragedia y al ser cientos, el número de tragedias tiene tres dígitos también. Pero son tragedias aisladas, que vive cada familia y cada comunidad con un dolor propio y privado. Casi silencioso e invisible a la indiferencia de la sociedad y principalmente de las y los conductores de vehículos a motor.
Según los datos del informe Forensis del Instituto Nacional de Medicina Legal, desde 1999 hasta 2007 el número de ciclistas fallecidos en carreteras y ciudades de Colombia es mayor a cuatrocientos (400), estando el pico más alto en 2001 con 564 fallecimientos y el más bajo en 2006 con 406. Entre 2007 y 2017 los ciclistas fallecidos en siniestros viales oscilaron entre 300 y 400. En 2018 sube nuevamente el número de muertes a 421 y en 2019 a 432; de estos, 13,6% (59) fueron personas menores de 18 años.

Para 2020, de acuerdo con el reporte del Observatorio Nacional de Seguridad Vial de Colombia, fallecieron 456 usuarios de bicicleta en vías, calles y carreteras del país víctimas de siniestros viales.
Carolina Holguín (de 60 años) y Julián Esteban Gómez (de 13 años) fueron los más visibles en 2021, curiosamente ambos en los grupos de edades más vulnerables de personas mayores y de niños, niñas y adolescentes.
Lo inaudito es que pasan las generaciones de conductores de vehículos a motor, las generaciones de ciclistas, las generaciones de tomadores de decisiones en los gobiernos nacional y municipales (elegidos por voto popular presidente, congresistas, gobernadores, diputados, alcaldes y concejales por periodos de cuatro años), sin que suceda absolutamente nada. Solo impunidad, inacción, muchos golpes de pecho y cero prevención.
Como los siniestros viales son multicausales y sus causas sincrónicas, es decir que confluyen al mismo tiempo y en el mismo espacio, valdría la pena revisar si interviniendo una de ellas se pueden evitar las muertes de ciclistas en carreteras y calles del país; sin embargo, con cada muerte en el tránsito se retrocede en lo avanzado.
Es decir, no hay avances visibles y efectivos en términos de infraestructura segura ni de vehículos seguros ni de comportamientos seguros. Las políticas de los municipios para intervenir el problema de las muertes de los ciclistas en las carreteras son nulas, invisibles o cortas.
El principal argumento para hacer intervenciones cortas o nulas que sostenían los gobiernos municipales de la época en 1992 (y aún hoy) es que las carreteras son nacionales, no municipales, y lo que en ellas suceda es competencia del gobierno nacional y sus entidades.
De tres décadas para acá los mecanismos de coordinación interinstitucional entre los municipios y la nación han evolucionado; la seguridad vial es hoy una política de Estado formulada desde el Plan Nacional de Desarrollo y, si bien las competencias de las vías siguen siendo de la Nación, existen mecanismos de coordinación para intervenir el problema. Hoy se cuenta con una Agencia Nacional de Seguridad Vial que gestiona planes y recursos directamente con las regiones y los municipios.
Sin embargo, este problema de la seguridad vial y las muertes de ciclistas en las carreteras no son foco de los Planes de Desarrollo Municipales, Departamentales y Nacional. Es como si nadie quisiera ponerle el cascabel al gato ni invertir recursos y tiempo para la solución.
Este, de las muertes de ciclistas por siniestros viales, lamentablemente es un tema ausente de las agendas políticas, sociales y económicas de los gobiernos.
Y pasan así las generaciones de alcaldes y funcionarios, de conductores de vehículos a motor y de ciclistas sin que suceda nada valioso para intervenir el problema.
¿Dónde están los casos exitosos de tramos de carreteras donde las muertes de ciclistas en la vía sean cero? Debe haberlos. ¿Dónde la escalabilidad de estas experiencias?
Lo datos el Observatorio Nacional de Seguridad Vial de Colombia dan cuenta de la matriz de colisión de usuarios de bicicleta fallecidos en siniestros viales en el país, de los vehículos y las cantidades de muertes por tipo de vehículo.

Ya hay más de tres décadas de conocimiento y datos del problema.
Es hora de generar soluciones.