La licitud de lo ilícito

Momentos previos a rendir el examen de conducción en la Agencia Nacional de Tránsito ANT. Tungurahua – Ecuador

Por: Byron O. Naranjo Gamboa
12/04/2023
Desde Ambato – Ecuador

Contar con el permiso de conducción o licencia de manejo, no siempre garantiza que su portador esté facultado para cumplir a cabalidad con las exigencias que demanda conducir un automotor.

De hecho, la palabra credencial, implica la certeza y confianza de que una persona está apta para desempeñar una actividad. No obstante, si miramos hacia los portadores de aquellos documentos (en el campo de la conducción vehicular) encontraremos que en muchos casos no pasan de ser constancias de haber cumplido con los procesos y requisitos dispuestos en la ley, y que no garantizan, de ninguna manera, que su uso estará apegado a la moralidad de los lugares por donde transiten y a las actividades que cumplen.

Resulta complicado señalar las causas de este hecho, no por la falta de evidencias, sino más bien por el absurdo proceder que se ha desatado para alcanzar el referido comprobante. Lo advirtió en su momento el escritor ruso Aleksandr Isayevich Solzhenitsin que “la precipitación y la superficialidad son las enfermedades crónicas del siglo», alocución que, en este casi primer cuarto del siglo XXI, retrata el proceder que adoptan muchas personas cuando de obtener su documento de conducción se trata.

Quienes se ven abocados a ese trance, se desviven por conocer todos los detalles de lo que hay que hacer para cumplir su anhelo. Comienzan por revisar y dar uno que otro retoque a su aspecto físico, para causar buena impresión; toman cursos rápidos (a veces rapidísimos) de conducción y educación vial; repasan en simuladores virtuales los procesos de evaluación; destinan parte de su valioso tiempo para memorizar las respuestas de los cuestionarios que tendrán que responder; buscan asesoramiento gratuito de quienes recién han pasado por el proceso; indagan en su genealogía para identificar si la autoridad de turno tiene algún grado de parentesco y solicitarle el favor; hasta se muestran amables y empáticos con las personas que deben tratar en el tiempo que dura este periplo.

Por su parte, las instituciones otorgantes de los documentos, hacen valer su autoridad y sacan a flote sus gotitas de poder que les insufla en esos momentos. Salvo honrosas excepciones que las hay en todas partes, la indiferencia y falta de voluntad habitan en el espíritu de quienes deberían disfrutar la oportunidad de servir a los demás. Conste que estamos tomando como referencia a uno de los escenarios más saludables, porque se conoce de otros espacios en donde se ha perdido totalmente el decoro y solamente se accede a los comprobantes a través del cohecho. Ahí cabe el contundente señalamiento de Quino que lo hacía con las enseñanzas de Mafalda: “No nos faltan recursos, nos sobran ladrones”.

No siempre las calificaciones altas son el reflejo de un aprendizaje logrado; se estudia a cambio de una nota, en este caso para cumplir con la ley y para complacer al sistema. Así no hay futuro porque las cosas se las hacen lejos de un compromiso ético, todo es puro cumplimiento, es decir cumplo esto y miento en lo otro. Decía Ernesto Sábato: “Al parecer, la dignidad de la vida humana no estaba prevista en el plan de la globalización”.

No hay actores viales de primera o de segunda, profesionales o no profesionales, a todos los que ocupamos las calles y avenidas nos incumben los mismos deberes y derechos. Nada aporta al bien común si la expedición de un permiso para conducir un vehículo se preocupa solamente por la generación del documento y no por su uso responsable. De qué sirve que alguien en su examen de conducción haya obtenido la más alta calificación, cuando al frente del volante no demuestra la más mínima consideración hacia el resto de usuarios de las vías.   

Lo lícito no debe estar direccionado únicamente a reverenciar la ley, debe estar hermanado con el respeto a uno mismo y a los demás, debe ser la antología de actitudes favorables para la vida en comunidad.

Un comentario en “La licitud de lo ilícito

  1. Las estadísticas muestran que en un alto porcentaje de siniestros hay involucrado un conductor con menos de un año de experiencia al volante. Y qué no decir de los motociclistas que ni han tomado cursos, ni han practicado lo suficiente y mucho menos tienen en su mente respetar la vida e integridad de los demás y la de ellos mismos. Hay una tarea y un reto muy grande por atender.

    Me gusta

cologuille

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s