El transporte público

No es fácil reflexionar sobre el transporte público, despojado de pasiones, preconceptos y como ciudadano. La organización social y la necesidad de desplazarse a través de largas distancias que difícilmente se cubren a pie, hacen que la gente requiera medios de transporte.

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Hace varios siglos la necesidad de transporte la suplían barcas y canoas, especialmente en los terrenos lacustres de la sabana de Bogotá y los alrededores de Cundinamarca y Boyacá. La leyenda de El Dorado dejó huellas de la importancia de la canoa en las expresiones religiosas de los muiscas. Sin embargo, los viajes a pie entre las culturas aborígenes solucionaban gran parte de las necesidades de desplazamiento.

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La llegada de la conquista española trajo al caballo como medio de transporte. El animal permitió suplir el viaje a pie aunque hubo también cargueros, indios esclavizados en la colonia, quienes debían caminar largas distancias por terrenos difíciles, generalmente montañosos, con personas en silletas a sus espaldas.

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La navegación por los ríos facilitó la conexión entre puertos y poblaciones ribereñas pemitiendo el desarrollo del comercio y el transporte de pasajeros y mercancías. Los puertos ribereños fueron nodos de atracción de personas y viajes.

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El tren suplió la necesidad del desplazamiento por tierra a través de largas distancias. La fuerza y capacidad lo hicieron el rey del transporte de carga y pasajeros por muchos años. En Colombia, Don Manuel Murillo Toro, conocido como el padre de las telecomunicaciones, trajo el tren en el siglo XIX, así como el telégrafo.

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Las vías férreas dieron origen al tranvía, que privilegió el transporte de pasajeros al interior de las ciudades. En Bogotá el primer tranvía fue tirado por mulas e hizo parte de la compañía The Bogota City Railway Company fundada por William W. Randall. Los usuarios hicieron una huelga por los frecuentes malos tratos de los que fueron víctimas. Alguna vez Randall golpeó a un joven desatando el enojo de los habitantes de la ciudad, quienes no hicieron uso de este medio de transporte durante tres meses.

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Tiempo después el tranvía fue eléctrico. Su operación fue asumida por la ciudad ya que el Concejo Municipal decidió su compra. En 1948 el asesinato en Bogotá del líder político Jorge Eliecer Gaitán desató la furia de los ciudadanos y una de las olas de violencia más fuertes en la historia de Colombia. El tranvía fue objeto de actos vandálicos por parte de la masa enfurecida. No se recuperó.

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Los buses llegaron a Bogotá, impulsados por motores a gasolina. Eran más versátiles en su desplazamiento y no necesitaban una red férrea para transitar. El modelo de operación con empresas afiliadoras y una explotación económica asumida por privados, con escasos controles por parte del Estado, desembocó en un transporte público deficiente y desorganizado.

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El cienasta colombiano Ciro Durán plasmó para la historia la situación del Transporte Público Colectivo (TPC) en Bogotá a mediados de los años 1980 en su película «La Guerra del Centavo».

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Hoy el transporte público en Bogotá es masivo, integra rutas, tarifas, buses, modos, medios de pago e infraestructura; es accesible y el ente gestor es estatal. TransMilenio es de propiedad del Distrito y lo operan concesionarios privados bajo unas reglas establecidas en los contratos.

La operación y la calidad del servicio están dadas por la planificación que hace el sistema de transporte, la operación en vía y por el comportamiento de los usuarios.

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El Estado provee un servicio que busca ser eficiente para todos, a un precio moderado (un pasaje cuesta el equivalente a menos de un dólar), que espera ser valorado por los ciudadanos, sean estos usuarios del sistema de transporte público o no.

Los usuarios, a diferencia de lo que sucedía con el Transporte Público Colectivo (TPC), con el Sistema Integrado de Transporte tienen un interlocutor a quien elevar sus quejas, peticiones y reclamos.

Entre más fuerte, constante y organizada sea la comunicación entre el sistema de transporte y sus usuarios, mayor va a ser la calidad del servicio de transporte público ofrecida y percibida. La experiencia del usuario cambia en la medida en que es escuchado y validado.

Créditos imágenes:

[1] De Pedro Szekely from Los Angeles, USA – Gold Museum, Bogota, CC BY-SA 2.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=74528973

[2] De Suricatem Litografía del artista colombiano Ramón Torres Méndez

[3] Canoa y buque a vapor en el rio Cauca (1911). Publicado en [Galería] 20 Increíbles postales que evocan los ríos colombianos del siglo XX

[4] Ferrocarril de Caldas construido entre 1916 y 1927, en trocha de 914 mm. En: https://godues.wordpress.com/2015/04/26/15149/

[5] Revista Cromos, No. 4732, noviembre 22 de 2008. En: Colarte

[6] Manuel H. Rodriguez. Fotografía, 1948. En: esfera pública

[7] Buses urbanos 1983 / Archivo El Tiempo. En: Cívico.com

[8] «La guerra del centavo». Ciro Durán. En: Youtube (Fardi)

[9] Ciclista en carril mixto y TransMilenio en carril exclusivo. Foto: Guillermo Camacho Cabrera.

[10] Esperando el bus. Foto: Guillermo Camacho Cabrera

TransMilenio: historias de vida

Diego Hernán Pérez es un colega, periodista de la Universidad del Rosario, quien creció junto al Sistema TransMilenio. En muchas ocasiones les he hecho la pregunta a varias personas alrededor de qué les hace sentir orgullosas del sistema de transporte masivo de Bogotá, recibiendo múltiples respuestas. Hoy, haciedo parte de un chat de periodistas que cubren la fuente de Movilidad en la ciudad, Diego nos sorprendió con un hermoso texto de despedida, pues crece profesionalmente y deja su cargo en TransMilenio. Luego de leerlo, le pedí el permiso para publicarlo en culturavial.net porque refleja el vínculo de una persona con un sistema de transporte que definitivamente, y a pesar de sus detractores, mejoró la vida de los habitantes del Distrito Capital y la sigue mejorando. Aquí el texto.

Me tomo un momento este espacio para despedirme de ustedes y agradecerles por todo el tiempo, la ayuda y el gran trabajo

Por: Diego Hernán Pérez Serrano

Diego con el grupo de «community manager» o gestores de comunidades virtuales del Distrito (Selfie: Diego Hernán Pérez)

Desde que crecí he estado junto a TransMilenio. Tuve la fortuna de verlo nacer. Vivía detrás del patio garaje del Portal de la 80 y fui testigo de su nacimiento. Lo usé cuando todos podíamos viajar gratis, por primera vez. Usaba un tiquete amarillo. Eso fue para el año 2000. Años después fue mi principal modo de viaje para desplazarme a la universidad. Durante 5 años me llevó, casi siempre, a las 6 de la mañana. Era usuario del J24 y sabía que en 43 minutos estaría en el centro. La anécdota la tengo presente porque siempre dormía 40 minutos (sagrados) y programaba el celular flecha para que me despertara. Continue reading TransMilenio: historias de vida