Siéntese con nosotros en ‘La Banca del Parque’, donde todos cabemos, y hablemos de la capacidad para cambiar nuestros hábitos de transporte y de viaje debido la pandemia. ¿Cambiaremos?
Intolerancia es la poca o nula comunión con comportamientos, costumbres, tradiciones, prácticas, culturas y creencias diferentes a las propias. Esta influye en las tensiones que provocan las interacciones en el espacio público, las vías o las calles de ciudades, carreteras y centros poblados.
Un espacio vial creado para el carro y sus conductores, ocupado tradicionalmente en nuestras ciudades de América Latina por estos, hoy es usado con fuerza también por otros ciudadanos. Esto, debido a las políticas públicas de movilidad que implementan países y ciudades, a las legislaciones que le dan prioridad al transporte sostenible y al auge que toman modos diferentes a los motorizados.
Peatones, ciclistas y motociclistas, entre otros, por no hablar del transporte público, se pelean literalmente en algunas ciudades del mundo por el poco espacio público y vial existente.
Cultivar el arte de la paciencia es importante y necesario. Ser pacientes es controlar el enojo y el afán. Entrar en comunión con el tiempo. Especialmente en la calle y en la vía, dónde interactuamos con otros.
Para el enojo, hay técnicas que nos hacen menos irascibles al comportamiento propio, de los demás y del entorno. Para el afán, también las hay que ayudan a administrar el tiempo.
Tanto conductores como transeúntes pueden llegar a niveles de impaciencia insospechados por los demás. La contribución de la impaciencia con la siniestralidad vial es alta porque hace que los comportamientos sean imprevisibles.